Con las técnicas actuales y los recursos que llevo conmigo, he encontrado la forma de crear música en directo como un pintor hace con sus bocetos.

En cada espacio —una plaza, una esquina, un mercado— levanto mi estación, un lugar donde los sonidos se convierten en trazos musicales.

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Lo mágico de esta propuesta es que la creación no es solitaria:

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• A veces se inspira en las personas que pasan, en un ambiente, en un monumento.

• Otras veces nace de una emoción concreta o de una escena cotidiana.

• Incluso los músicos locales pueden unirse: les muestro la partitura en el momento, cantan o tocan conmigo, y la obra se convierte en colectiva.​

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Componer en la calle es arte vivo, música en tiempo real, creatividad compartida.

Cada pieza es efímera y única, porque pertenece al lugar y al instante en que fue creada.

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La experiencia genera vínculos con la gente, conversaciones espontáneas y una sensación de comunidad que trasciende el propio acto musical.